Capítulo 1 - Parte 1

Capitulo 1:
Verónica gritó mientras daba un salto para abrazarse a Alan. Había aprobado matemáticas,después de todo, la profesora que sus padres obligaron a tener había sido una buena opción para sacar la asignatura adelante.
Aún así no pensaba en seguir un día más con esa vieja como fuente de saber. Se dedicaba a gritarle,a ella;ella que era hija de una de las personas más ricas en este mundo. A la futura heredera de una fortuna no se le podría tratar mal teniendo en cuenta que cuando heredara la compañía de su padre podría hacer lo que le placiera.
—¿Te dejarán ya salir de tu casa?—Preguntó Alan.
Desde que entró en el instituto es perseguido por la mayoría de la chicas,incluida ella. Se convirtió en su principal capricho así que empezaron a salir desde hace un año y poco más.
Está en atletismo y fútbol por lo que mantiene su cuerpo en forma. Tiene una mirada muy atrayente,con esos ojos marrones y el pelo castaño corto,pero lo que más le gustaba tras conocerlo,no era su aspecto;si no su forma de ser y actuar. Tenia confianza en si mismo,y no era de los que se metían en peleas para hacerse valer. Tenía la cabeza puesta y sabía lo que quería,en resumen;era su chico perfecto. Necesitaba a alguien a su lado que le regañase cuando hiciese una de sus miles de atrocidades.
—Por supuesto,si no de todas formas me escaparé a tu casa un rato.
—No seas injusta. Si te han castigado es para que aprendas a no hacer lo que te dé la gana,así que asume las consecuencias.
—¿No quieres verme esta noche?
—Por supuesto,pero prefiero que tus padres lo sepan.
—Podrías ser de vez en cuando un poco más...¿Cabeza loca? No sé.
—¿No es mejor que tus padres confíen en mí y así luego te dejen hacer lo que quieras conmigo?—Alan rodeó la cintura de Verónica mientras caminaban al exterior del instituto. Muchas de las chicas le dedicaban miradas esperanzadas a Alan esperando que esté coqueteara con ellas,y otras tantas;miraban recelosas a Verónica algo que asumía con orgullo.
Siempre es bueno que la gente te envidie,eso significa que tienes algo preciado.
—Cuando confíen en ti,te mataré.
—¿Me matarás?—Alan rió.
—¿No podía hacer lo que quisiera contigo?
—Claro que si.—Alan se inclinó para darle un beso en la mejilla a Verónica.
Dejaron atrás el colegio. Una limusina negra esperaba a la chica al final de la calle.
—¿Por qué no vienes a convencer a mis padres? Ellos te idolatran.
—¿Ah si?—Una puerta esperanzadora se abrió dentro de Verónica. Seguro que si Alan venía a su casa e intentase convencer a sus padres conseguiría que le levantasen el castigo y podrían pasar un rato juntos que no fuera en el instituto después de dos meses.—.No me mires así,vamos a hacer una cosa ¿Vale?
—¿Qué?—Miró a otro lado enfadada.
—Si me dejas sin aliento,iré.—Verónica miró con los ojos abiertos a Alan. La respuesta del chico la había sorprendido. —Sabes de antemano que vendrás.
—Era una forma indirecta para que me dieras un beso,ya no estamos en el instituto.—Verónica miró al chico instantes antes de encontrarse perdida de nuevo en esos labios tan suaves y tiernos. Sin duda alguna eran los que mejor besaban de todos los que había tocado. Así dicen ¿No? “ Besarás muchos sapos antes de encontrar a tu príncipe azul”.
Sus manos jugueteaban con el cuello de la blusa gris que llevaba Alan. El chico tiró de ella para atraerla hacia sí. Verónica sintió la dureza de los músculos de Alan,y lo único que pudo hacer era volverse más loca y besarlo más fieramente.
Se separó de Alan,que jadeaba mientras la miraba como a ella le encantaba que lo hiciera.
—¡Estás jadeando!—Lo señaló.—.Así que ven a mi casa. Y si consigues convencerlos tendrás muchos mas.—Le guiñó un ojo antes de abrir la puerta de la limusina y adentrarse en su interior. Segundos después Alan hizo lo mismo y se colocó a su lado.
Minutos después llegaron a la gran mansión situada a las afueras de la ciudad. Unos muros enormes la rodeaban evitando que espíen la intimidad de la casa, una imponente puerta daba entrada a la zona delantera del patio, donde había una fuente en el centro y diversos aparcamientos para los coches.
El coche paró en uno de ellos y los chicos se bajaron entrando elegantemente por las puertas principales que daban al interior, todo decorado con una mezcla de rústico y moderno creando una gran armonía, grandes cristaleras con vistas al jardín trasero donde estaba la piscina, la barbacoa, el jacuzzi, las pista de tenis y la cancha de baloncesto. Un mayordomo ataviado con un traje negro y camisa blanca les dio la bienvenida y los condujo al comedor donde esperaban los padres de Verónica.
—Buenos días, Alan, nos alegramos de verte.
—Lo mismo digo.
Sentados a la mesa la chica miraba a su novio hablar con sus padres intentando convencerlos de que la dejasen salir aquella noche, por supuesto no se negaron. Nunca lo hacían cuando se trataba de él, en cambio cuando la que lo pedía era ella siempre recibía un no por respuesta.
Miró por la ventana que daba al jardín. Recordaba cuando era pequeña y le encantaba escaparse allí. Era tan grande que sus padres tenían que mandar a cuatro sirvientes a buscarla y aún asi muchas veces tenían que recurrir al típico premio si aparecías.
Hacía mucho que no lo hacía,y se acordaba de muchos escondites en los que muchas veces no miraban. Se puso de pie y miró a sus padres que dejaron de hablar.
—Voy a salir un momento al jardín. Ahora vuelvo.—Sus padres le sonrieron antes de comenzar a hablar con Alan de sus planes para el futuro,sabía que él estaba cómodo;se sentía orgulloso de ser el futuro presidente de su empresa y si nos llegábamos a casar de la de mi familia también.
Las flores del jardín mostraban con fuerza el color de sus pétalos. Había abejas revoloteando al rededor,nunca le habían gustado los insectos. Aceleró el paso hasta llegar a un pequeño lago,había hojas flotando sobre él. Metió la mano evitando un escalofrío al sentir el gélido contacto del agua.
Recordó la primera vez que vio este lago escapando de Alfred su mayordomo,se cayó al agua,o más bien;se tiró. Tenía algo que siempre hacía que desease ser una de cualquiera de esas hojas y pasarse los días flotando.

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"El beso es un delicioso truco que la naturaleza diseñó para interrumpir el habla cuando las palabras se hacen superfluas."